El Alma Japonesa en 7 Historias Sublimes

Esta entrada de el alma japonesa en 7 historias sublimes refleja el Japón posterior a la Segunda Guerra Mundial que se presenta a sí mismo como una sociedadhistorias japonesas de terror samurais cortas antiguas tecnológicamente avanzada que ha mantenido un control sobre las tradiciones del pasado, un pasado que guarda secretos oscuros y mortales. Muchos de los símbolos del país glorificados por los medios tienen historias de fondo que no se han contado. 

Historias japonesas de muerte y desolación se sumerge en estos cuentos y arroja luz sobre el derramamiento de sangre que ha dado forma al alma de Japón. Diego Uribe ha utilizado su experiencia en la literatura japonesa para compartir las historias de muerte, desolación y tragedia que pintan la historia del país. 

Experimentando conflictos dentro de sus fronteras y a escala mundial, manejando sindicatos de guerreros y criminales empeñados en tomar su parte del control, y viendo tasas alarmantes de suicidio, Japón no es ajeno a la adversidad. El país se ha consolidado como una figura mundial influyente a través de la muerte y las tragedias superadas. 

Aquí te presento las siete historias sublimes sobre el alma japonesa que conforman este libro:

El Bosque

El bosque cuentos cortos japoneses Había sido una mañana desapacible en el distrito de Shinjuku, en Tokio. Desde temprano unos nubarrones negros se posaron en el cielo y, desde entonces, no cesaba de llover. La lluvia era intensa, acompañada de unos truenos que asustaban. Los peatones cruzaban el paso de cebra corriendo paraguas en mano. Unos se cobijaban en los portales, otros entraban en los grandes almacenes o en restaurantes aledaños. Todavía no era la hora del almuerzo, pero la climatología adversa siempre adelantaba la hora de apertura de diversos establecimientos. Era un día idóneo para el negocio. La competición era tremenda entre los locales de la zona y un yen hacía la diferencia muchas veces.

Los charcos invadían las aceras, y los coches que circulaban a esa hora causaban pavor salpicando agua y barro a ambos lados de la carretera. El distrito no estaba preparado para los aguaceros. Las llamadas a la policía y a los bomberos se disparaban en estas ocasiones, especialmente en casas antiguas.

Mr. Tanaka observaba desde una ventana la actividad frenética de la calle. El agua golpeaba los cristales de su oficina de una manera rítmica y acompasada. Era el sonido perfecto para relajar el alma y alejarla del bullicio del día a día en el trabajo, pero no era nada fácil en su situación. Llevaba toda una vida dedicado a la empresa tecnológica Miyuno, al igual que su padre. Era el director comercial desde hacía más de treinta años, y esperaba algún día ver recompensada su entrega y dedicación con un ascenso. Los accionistas mayoritarios lo habían convocado a una reunión a las cuatro de la tarde. Se estaban produciendo cambios en el organigrama de la empresa y le habían pedido que asistiera. Tanto esfuerzo y penalidades iban a tener su recompensa.

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El fuego de Nakawaza

El fuego de nakawaza literatura japonesa en historias brevesLas llamas devoraban la cocina de la casa. Los manteles y los muebles habían acelerado el fuego, y del frigorífico emanaban pequeñas descargas. Una neblina negruzca y tóxica se esparcía por la habitación.

Era una escena dantesca.

Los dibujos de los niños que adornaban la pared ardían en segundos y las briznas quemadas volaban sin dirección. La cocina había dado paso a la sala de estar y al resto de las habitaciones. Las mantas y la moqueta se consumían sin remedio. Todo se desmoronaba en segundos. La voracidad del incendio era estremecedora.

Una vecina, alertada por el humo, había llamado para pedir ayuda. Los bomberos venían de camino. La distancia entre la estación y la casa en los suburbios de Nakawaza era de diez minutos. Se oían las sirenas de los camiones.

La tensión era evidente.

Cuando llegaron los bomberos, la casa ardía por completo. El techo de algunas secciones había cedido. Decidieron dirigir las mangueras a puntos estratégicos, pero apenas surtía efecto.

Los vecinos se agolpaban en la distancia. Lloraban de impotencia.

El segundo retén llegó en ayuda del primero. La comunicación de los primeros auxilios con la estación fue urgente: era imposible sofocar el fuego sin ayuda. Cuando llegaron, la situación era dramática.

Después de horas luchando contra los elementos, los bomberos regresaron con lágrimas al puesto de mando. La casa presentaba un aspecto demoledor. Nada se había podido salvar de momento.

Los dos retenes se agolparon en torno al jefe de operaciones. Intercambiaron opiniones durante unos minutos y decidieron suspender el trabajo en la vivienda: era peligroso.

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La mansión de los Shinshegumi

los shinshegumi libros sobre japon con historiasEl sótano está oscuro y en silencio. Una puerta se abre despacio y unos pasos amenazantes avanzan con firmeza. El corazón me late desbocado. El ruido de la madera vieja y carcomida delata al intruso. Algo se cae al suelo y mi angustia continua. No puedo aguantar más.

Un destello de luz que entra por la puerta abierta deja ver su silueta. Lleva una pistola en la mano. El metal resplandece en la oscuridad. Los pasos se reanudan, ágiles y firmes. Se dirige hacia mí. La respiración temblorosa me ha delatado. Esta noche me reuniré con Masahiro. Mi tormento ha llegado a su final.

—Shimai, shimai.

—¿Hermana?

**********

Soy Machero Shinshegumi y ella es mi hermana Ramiko. Desde que nos mudamos de Fukuoka, hemos vivido en esta mansión a las afueras del pueblo. Éramos cinco hermanos, Ramiko, Daichi, Hiroko, Masahiro y yo. Masahiro murió hace años.

Nuestros padres, Hideoshi y Maruko, no nos dejan salir de aquí. Bueno, eso no es del todo cierto. La relación que tenemos con la casa es extraña.

Ramiko y yo hemos decidido cortar nuestras ataduras y liberar a nuestros hermanos.

Esta noche vamos a asesinar a nuestros progenitores. Ha llegado su hora, y lo haremos sin remordimientos. Daichi y Hiroko no lo saben. Será una sorpresa.

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Hitoshi, el perro policía

hitoshi el perro policia es una historia japonesas sobre el alma tradicionalHitoshi caminaba sin rumbo por la ciudad. Se acercó a un grupo de muchachos buscando compañía y calor, pero le lanzaron piedras entre risas y gritos. Una le golpeó la cabeza y le hizo una pequeña herida de la que emanaba sangre.

«No era el primer incidente del día ni sería el último», se decía resignado.

Su vida cambió de manera radical, y la alegría se convirtió en pena. Tenía la sensación de que nada sería igual.

Hitoshi era de la raza Akita japonés, alto y esbelto; mitad pastor alemán y mitad husky siberiano.

De la raza ancestral procedente del norte y con condiciones genéticas diferentes, era marrón claro y blanco, con el hocico negro; nada que ver con el Akita americano.

Tras horas desorientado, se atrevió a cruzar el puente que tantas veces había visitado antes. Tenía la mirada triste y confundida. Ni en sus peores pesadillas habría imaginado una situación tan desesperada.

Llegó a la casa de su antiguo dueño, a la hora en la que solían pasear por el vecindario. Lo recordaba como el mejor momento del día. Le encantaba jugar con los niños de las casas colindantes. Siempre rezumaba alegría, daba cabriolas y saltaba sin parar durante horas. Era maravilloso verlo correr de un lado para otro detrás del trozo de madera que le lanzaban los chicos o subir a los árboles como por arte de magia. Sus carreras eran impresionantes; hacía las delicias de los presentes.

Era un perro popular en el barrio. Tanto los niños como los mayores lo adoraban y les gustaba jugar con él. Y jamás se mostró agresivo o esquivo.

Sin embargo, las cosas cambiaron. El dueño murió, los familiares cerraron la casa y él se encontraba desprotegido.

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Los samuráis

los samurais cuento corto del japonNo importa cuánta gente lave las piedras con sus lágrimas, vuestros nombres nunca desaparecerán de este mundo

Como era habitual, los domingos por la mañana, Taiki paseaba con su abuelo Hiro por las calles de Komizu. Hacía un día precioso y ambos disfrutaban de la compañía del otro.

En su lento caminar, se encontraron con una estatua en la calle.

—Abuelo, ¿qué es esto?

—Es un homenaje a los samuráis.

—¿Qué es un samurái?

—Es un guerrero de otro tiempo, un antepasado glorioso nuestro.

—Abuelo, cuéntame una historia sobre ellos.

Hace muchos años, durante La guerra de Muzitzo, también llamada Revolución Japonesa, nobles y samuráis juntaron fuerzas para hacerle frente al sogunato por su intento de occidentalizar el país.

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El descontento era generalizado; extranjeros en puestos de mando llevaban a nuestro país a la miseria. La economía había tomado una curva descendente que afectaba principalmente a las clases menos favorecidas. Samuráis y nobles querían expulsarlos, y los culpaban de la situación.

Ambas facciones movilizaron a más de cien mil guerreros, de los que más de tres mil murieron en combate. Al final, los ganadores abandonaron la idea de deshacerse de los extranjeros y emprendieron un camino de apertura gradual pero firme hacia naciones europeas; apostaron por la modernización del país. Años después, a esta guerra se le llamó la revolución sin sangre, por el bajo número de víctimas en comparación con otras revueltas de Asia.

Un grupo de unos doscientos samuráis del clan Shunichi, conocidos como La Escuadra del Tiburón Azul, se erigió como protagonista durante la batalla de Komizu.

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Una historia de amor

una historia de amor sobre luchadores de sumo japoneses¡NOTICIAS DE ÚLTIMA HORA!

¡NOTICIAS DE ÚLTIMA HORA!

Según han informado fuentes cercanas de la estación de radio de la Universidad Abierta de Tokio, dos célebres luchadores de sumo del establo del honorable maestro Toshiro Udo han sido hallados muertos en una habitación del hotel de Osaka donde se alojaban.

A primeras horas del día, dos miembros del equipo subieron a las habitaciones ante la tardanza de sus compañeros. Los habían citado en la recepción del hotel a las cinco de la mañana y eran pasadas las seis.

Algo no marchaba bien.

El equipo de Toshiro había participado durante el fin de semana en un torneo internacional de sumo con un éxito sin precedentes. Contra todo pronóstico, uno de sus rikishi logró alzarse con la medalla de oro en la categoría de cuerpo a cuerpo.

Los miembros de la expedición confirmaron que los luchadores cenaron a media tarde, celebraron con sencillez el éxito del grupo y se retiraron temprano a sus aposentos.

Al ver que los compañeros no contestaban a los golpes en la puerta, los luchadores informaron a la dirección del hotel. El gerente se presentó de inmediato. Los tres subieron al ascensor y se dirigieron a las habitaciones. Llamaron de nuevo y, al confirmar que no había respuesta, el gerente utilizó su llave maestra y abrió la puerta.

Un mal presagio los atenazó.

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Rito de iniciación

rito de iniciacion historia sobre la mafia en el japonAkito había soñado toda su vida con pertenecer al hampa. No ansiaba comandar una de las poderosas familias que gobernaban los designios del país, pero sí participar en una. Quería ser miembro de algún sindicato del crimen en la ciudad. Vivía en Tokio, un lugar que goza de oportunidades para las personas que quieren dedicarse a esta lucrativa actividad. Era su destino. Y tenía que realizarlo sin importar cuándo o cómo.

Su carrera al margen de la ley empezó a acuñarse a una edad temprana, cuando entraba junto a sus amigos en la tienda de comestibles de su calle para robar helados y chocolates. Un día, el dueño los atrapó con las manos en las mercancías y les dio un severo correctivo: diez azotes a cada uno y una llamada a sus familias, que, llegada la hora y para honrar la tradición, añadieron unos cuantos garrotazos al trabajo del tendero. Era una desgracia para la familia que uno de sus vástagos se dedicara a la poca reputada tradición del hurto. Pero todo era susceptible de empeorar y, con el tiempo y los vicios de occidente, la mentalidad de la gente cambió; aceptaron la creación de una mafia hecha a medida de Tokio.

No pararon ahí las andanzas del curioso muchacho que, en vez de amedrentarse por las iniciativas familiares, siguió ambicionando una vida dentro del crimen organizado. Creó una banda de mequetrefes que daba pequeños golpes a los comercios y hostelería local. Cuando hubo amasado dinero, se dedicó a la usura: prestaba dinero a los amigos y familiares de amigos a cambio de un alto interés. Los tiempos eran duros en aquella época en la ciudad y había que hacer caja como fuera.

Un amigo, desesperado por la acuciante situación económica de la familia, decidió hacer negocios con Akito y pedirle prestado diez mil yenes. La desgracia no abandonó a la familia y el bienintencionado muchacho quedó a merced del usurero al no poder devolver el dinero en los plazos establecidos. La reacción de Akito y su séquito no se hizo esperar. Un día, a la salida del instituto, lo esperaron en una esquina antes de llegar a su casa, lo rodearon y le dieron tal paliza que el chico necesitó meses para recuperarse.

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Gracias !!!

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